El exilio es una especie que proporciona un aroma inconfundible a numerosos estilos literarios: lo cómico, lo irónico, lo trágico... Lo hallamos en la ironía de Conrad, se halla completametne ausente de las tragedias domésticas de Hardy, y se encuentra presente en El jardín de los cerezos. En efecto, un hombre no tiene necesariamente que abandoar su país para experimentar el exilio. La sensación de destierro puede vivirse igualmente en la madre patria. El exilio es una limitación: un exiliado es todo aquel a quien no se le permite comunicarse libremente.
Josef Škvorecký era un exiliado mucho antes de abandonar su país para ocupar un puesto universitrio en Toronto, pocos meses después de la invasión soviética. Puede decirse que, al igual que Conrad, al igual que sus compatriotas Kundera, Havel y Hrabal -todos los cuales permanecen aún en Checoslovaquia- Škvorecký ha pasado la totalidad de la vida en el exilio. Su admirable novela Los cobardes se desarrolla en una pequeña población fronteriza checa durante los últimos días de la ocupación alemana, y se halla escrita bajo el punto de vista de un estudiante de enseñanza media tan interesado en la música negra y en tocar el saxofón como en la retirada de las tropas alemanas y su sustitución por las fuerzas soviéticas. Aquella obra ofendió a las autoridades comunistas por su falta de realismo socialista y el falso heroísmo de sus protagonistas; por sus alabanzas a la "decadente" música de jazz occidental y, acaso sobre todo, por su "poésie du départ", ya que ningún buen marxista precisa soñar en movimientos personales, sino tan sólo en el movimiento revolucionario: no debe buscar la buena vida, puesto que ya la ha hallado. La lírica libertad con que concluye la novela debió de ser, sin duda, objeto de prolongados debates en el seno de los comités de publciación que con tan sutil sentido del humor aparecen descritos en El pasado de Lenka Silver.
Los cobardes fue publcado en 1958. Atacada por los críticos más conservdores del Partido, no tardó en ser prohibida. Škvorecký perdió su empleo de editor en World Literature y hubo de publicar numerosas novelas utilizando el nombre de uno de sus amigos. Tuvo que esperar a 1963 -en el período inmediatamente anterior a Dubček- para que se le permitiera publicar unos pocos libros desprovistos de cualquier controversia. Sus trabajos más valiosos habrían de aguardar hasta la breve primavera de Dubček y el exilio del escritor en Canadá.
De todas sus obras, mis favoritas son las dos "nouvelles" que aún no han visto su publiación en lengua inglesa: La leyenda de Emöke y, la extrañamente poética, El saxofón bajo, que trata acerca de un estudiante que, al ser invitado a ello, no consigue resistir la peligrosa tentación de tocar para una banda de música alemana, durante la guerra, el instrumento con el que siempre ha soñado. La tristeza en la comedia, la comedia en la tristeza... de es Škvorecký un maestro y ello, asimismo, constituye una de las marcas del exilio, de un escritor al que no se le ha concedido el privilegio elemental de poseer un hogar y que tiene que soportar -si ha de sobrevivir- un larga indiferencia... "..esa indiferencia que es al mismo tiempo nuestra madre, nuestra salvación y nuestra ruina" (cito de la traducción francesa de Emóke).
Graham Greene, 1975.
*Fragmento extraído del "Prefacio" a El pasado de Lenka Silver, de Ed. Circe. Traducida por Gian Castelli Gair. Barcelona, España.