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No existe ningún dolor...



Milena Jesenska nació en Praga en 1896. Primera traductora al checo de Kafka y conocida, sobre todo, por su extenso intercambio epistolar con el escritor, fue además una lúcida escritora y periodista. Perteneciente a una tradicional familia checa, egresó de uno de los primeros institutos femeninos de Europa, en el que la educación impartida a las estudiantes no variaba de la impartida en los tradicionales bachilleratos de varones. De espíritu feminista, fue nacionalista y, como tal, se opuso a la ocupación nazi de 1938. Al año siguiente de la ocupación, fue apresada por la Gestapo y enviada al campo de concentración de Ravensbrück, en donde pasaría el resto de sus días recluida, hasta alcanzar la muerte, en 1944. Allí, conoció y entabló amistad con la dirigente del partido comunista alemán Margarete Buber-Neumen, también prisionera en el mismo campo.

El extracto que sigue a continuación aparece en su libro Milena, en el que cuenta su relación y parte de la vida su amiga checa.



Carreteras, que se destacan y se extienden por detrás de la cuidad, caminos por entre los campos, desde los que se oyen tañer las campanas al atardecer. ¿No es esto suficiente para hacerle a uno feliz? Creedme, no existe en este mundo ningún dolor que no pueda calmarse caminando por una carretera desconocida. Cualquier pena puede soportarse en una carretera desconocida. Uno, dos, uno, dos, uno, dos, y el dolor empieza a oscilar con regularidad; uno, dos, uno, dos, el dolor lucha aún con los pies, el corazón tiembla de miedo todavía, duele, pero los pies dicen: ¡Aquí está el mundo!, ¡el mundo está aquí! Y el agarrotado corazón se va abriendo lentamente, empieza a funcionar con rapidez, a fluir, para luego tranquilizarse y ser finalmente mecido hasta poder volver a reír de pronto. Son los pies los que han arrastrado el dolor hasta la muerte. El dolor ha muerto, el mundo está aquí, aquí está el mundo. Pero ahora no te pares, ahora no, si lo haces volverás a caer en la desesperación. Sigue adelante, sigue, horas y horas, hasta el agotamiento. Cuando te pares y los pies callen, en el silencio que te rodea, tal vez -no puedo prometértelo con seguridad -encuentres dos, tres lágrimas...*




*Extraído de Milena, de Margarate Buber-Neumann. Ed. Tusquets, Buenos Aires, Argentina. 2017. Pág.: 77.



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