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Vitezslav Nezval, por Clara Janés

A propósito de la publicación de su libro Cinco poetas checos, donde traduce y presenta poemas de Nezval, Jaroslav Seifert, Frantisek Halas, Vladimir Holan y Jiri Orten, la poeta y traductora Clara Janés, escribe sobre el primero en la revista Adamar y comparte algunos de los poemas del autor recopilados en el libro.


Nezval es el poeta checo surrealista por excelencia, el mago de la palabra, el señor del salto y de la acrobacia jubilosa, el que hace juegos malabares cargados de humor, el que pone en marcha el arco iris de la gracia.


Vitězlav Nezval nace el 26 de mayo de 1900 en Moravský Krumlov, donde su padre ejerce de maestro de escuela. Trasladado éste a Třebic, inicia allí su hijo el bachillerato en 1911, para acabarlo en 1919 e inscribirse en la Facultad de Derecho de Brno. En 1920, sin embargo, Nezval se traslada a Praga para estudiar en la Facultad de Filosofía. En esta ciudad entra en contacto con otros poetas como Jiří Wolker y Konstantin Biebl y, en 1922, tras asistir a una velada del Devětsil y conocer a Karel Teige, pasa a formar parte del grupo. Por su influencia, éste cambia de orientación y proclama una nueva estética: el Poetismo. Tras un primer libro, Puente (1922), Nezval publica, en 1924, Pantomima, que es la verdadera realización del programa poetista y donde se detecta que su autor está dotado de rara potencia, gran riqueza de invención e inspiración y humor alegre.


En 1924 se hace miembro del Partido Comunista y entra a trabajar como redactor en el Diccionario enciclopédico de Masaryk. Poco después, por motivos de salud, pasa el servicio militar en los cuerpos civiles. Durante estos años escribe intensamente, publicando los libros Pequeña rosaleda, Poemas para postales, Diabolo e Inscripciones para tumbas en 1926; El acróbata en 1927, Edison en 1928, Juego de dados en 1929. En 1930 lleva a cabo la revista Zvěrokruh (Zodíaco) y publica Desayuno en la hierba, Poemas de la noche y Juan de luto; y en los dos años siguientes, La señal del tiempo, El impermeable cristalino y Cinco dedos. El camino seguido por el poeta, que como demostró ya enPequeña rosaleda, es capaz de meditar sobre la teoría del arte poético, de acercarse al sueño y a la fantasía, es dejar libre el subconsciente y jugar con las palabras, los sonidos, como un prestidigitador, utilizando todos los elementos a su alcance, hasta las rimas incoherentes que recuerdan las canciones infantiles, llenas de gracia y musicalidad. Sin embargo una melancólica conciencia de la muerte subyace en muchas de sus obras.


En 1933 Nezval viaja a Italia y Francia, donde conoce a Breton, y en 1934 crea el grupo surrealista de Praga. Este mismo año viaja a Moscú para asistir al Primer Congreso panfederal de escritores soviéticos y publica Adiós y pañuelito. A partir de este momento su actividad representativa es incesante; estará presente en dos congresos de escritores celebrados en París en defensa de la cultura (1935 y 1938), viajará como escritor a la Unión Soviética (1947), a Berlín (1956) y al Mar Negro (1957) y, además, como director del departamento de cinematografía del Ministerio de Información, a Inglaterra (1947), asistiendo al Festival de Cannes en 1954.


Entre las obras que escribe después de 1934 cabe destacar Mujer en plural (1936), Praga con los dedos de lluvia (1936), El enterrador absoluto (1938), A cinco minutos de la ciudad (1940), Cuadro histórico (1945), Canto a la victoria (1950), Alas (1952), Ciudades y acianos (1955) y el libro póstumo Inacabado (1960).


Muere el 6 de abril de 1958.



POEMAS


Poemas para postales


Zapatitos


Zapatitos pececitos en tierra

perros junto a la puerta de la alcoba no muerden

negrescos cisnes de las salas de baile

cuyos brillos no eclipsan siquiera las estrellas


Jabón


Cual corazón de madre

hace transparente el agua turbia el jabón

huele como la rosa del jardín

hace espuma como el amor

y se rompe como la pena


La carta


Voló la palomita

tras ella el palomo

se encontraron encima de la ramita

y vuelan juntos


Burbujas


Burbujas burbujas

blanco trébol

lo que pasó pasó

no gritéis


Bata


El cardenal Richelieu

que en bata con flecos de colorines

con cortesanas flirtea

esto es el poeta cuando hace poemas


Edison


I


Nuestras vidas son tan tristes como el llanto

Una vez al anochecer salía del casino un joven jugador

Fuera nevaba sobre las custodias de los bares

el aire era húmedo pues se aproximaba la primavera

pero la noche temblaba como la pradera

bajo los golpes de la artillería estelar

que escuchaban sentados en mesas cochambrosas

bebedores inclinados sobre vasos de alcohol

mujeres medio desnudas con vestidos de plumas de pavo real

melancólicas como el atardecer


Pero había allí algo grávido que aplastaba

la tristeza la añoranza y la angustia de la vida y la muerte


Volví a casa por el Puente de las Legiones

cantando por dentro una breve aria

bebedor de las luces de los barcos nocturnos sobre el Vltava

desde el templo del castillo justamente daban las doce

medianoche de la muerte estrella de mi horizonte

en esta tibia noche de finales de febrero


Pero había allí algo grávido que aplastaba

la tristeza la añoranza y la angustia de la vida y la muerte


Inclinándome desde el puente vi una sombra

una sombra de suicida que caía hacia el abismo

pero había allí algo grávido que lloraba

era la sombra y la tristeza de un joven jugador

le dije por Dios señor ¿quién es usted?

él respondió con voz triste nadie un jugador

pero había allí algo triste que callaba

era una sombra que emergía como una horca

una sombra que caía desde el puente y yo grité ¡ah!

¡no usted no es un jugador! no usted es un suicida


Nos fuimos cogidos de la mano ambos a salvo

nos fuimos cogidos de la mano en un ensueño abierto

fuera de la ciudad donde empieza Košire

y desde lejos nos saludaban los abanicos nocturnos

bailando sobre los kioscos de la tristeza la danza del alcohol

Nos fuimos cogidos de la mano sin hablar


Pero había allí algo grávido que aplastaba

la tristeza la añoranza y la angustia de la vida y la muerte


Abrí la puertas y encendí el gas

llevando a dormir mi sombra callejera

dije señor para nosotros dos esto basta

pero ya no quedaba ni la sombra de mi jugador

¿fue una aparición o un autoengaño?

me encontraba solo sobre el lecho cotidiano


Pero había allí algo grávido que aplastaba

la tristeza la añoranza y la angustia de la vida y la muerte


Me senté junto a la mesa sobre montones de libros míos

mirando por la ventana caer la nieve

mirando los copos de nieve tejer sus coronas

con su siempre quimérica nostalgia

bebedor de los matices imposibles de atrapar

bebedor de las luces sumidas en las sombras

bebedor de las mujeres a las que obedecen sueños y serpientes

bebedor de las mujeres que entierran su juventud

bebedor de crueles atrevidas y bellas mujeres

bebedor de placer y de espumas ensangrentadas

bebedor de todo lo cruel que persigue y aplasta

bebedor de los horrores y las tristezas de la vida y la muerte


Me dijo olvida ya las sombras

abriendo un periódico de hacía una semana

donde ahogado en el olor de la tinta

vi un gran retrato de Edison

con su invento reciente

estaba sentado y llevaba sotana como un cura medieval

pero había allí algo hermoso que aplastaba

el valor y la alegría de la vida y la muerte.


III


Nuestras vidas se pierden como círculos

Una vez se paseaba un aventurero por Nueva York

era media tarde y hacía un sol tibio de mayo

el caminante se paró en silencio en Broadway

delante del Palacio de la Western-Union Telegraph

donde se oía un rumor como el de un cuadro de distribución

era vendedor de periódicos y célebre inventor

Cuántos inventos se han ido a pique

las estrellas no se han salido de sus eternas órbitas

mire cómo un millar de personas tranquilamente vive

no no es trabajo ni energía

es una aventura como en el mar

encerrarse en el laboratorio

mire cómo un millar de personas tranquilamente vive

no no es trabajo eso es alquimia


Un pequeño domingo oh cuántas campanas sonoras


La centralita escucha los timbres de los teléfonos

Escuchan sus oídos a los enamorados

a los timadores que hablan de los cheques

o a los ladrones de California y a los asesinos nocturnos

las llamadas de teléfono procedentes de la Gran Praga

El mundo juega con su oído interno

se transforma usted en fluido eléctrico

los fonomotores y los pájaros mecánicos

se elevan hasta las estrellas de donde vuelven hacia usted

como al pajarero de la esquina de los barrios periféricos

proclamando su gloria en el letrero

dormir cinco horas le basta

en eso se parece usted al jugador


Vivir siempre de nuevo y tener la manía

una vez vio usted en Pensilvania

la noche y la lámpara de arco en la casa de la Baker

Sintió tristeza como ayer yo

ante la última página de mi novela

como el acróbata que ha recorrido la cuerda floja de un lado a otro

como la madre que ha dado a luz a un niño

como el pescador que ha sacado las redes llenas

como el amante tras el dulce placer

como los escuderos que vuelven de la batalla

como la tierra en el último día de la vendimia

como la estrella que se apaga al alba

como el hombre al perder de repente su sombra

como Dios que creó la rosa la noche y el beleño

como Dios que desea crear nuevas palabras

como Dios que tiene que crear siempre de nuevo

amasando con su aliento nuevos cálices

posándose con el agua de la nube en el bancal

pero había allí en ello algo hermoso que aplastaba

el valor y la alegría de la vida y la muerte


Un anochecer a comienzos de octubre del mismo año

entristecido dirigió usted su grave paso

al laboratorio del célebre Menlopark

en medio de su correspondencia y sus regalos

haciendo girar con los dedos el molinillo de los sueños como de costumbre

amasó usted sin pensar con las fibras de carbono

el pájaro de nuestras noches con él trasnochamos largamente

escoba de los fantasmas de las sombras con la que los perseguimos

ardientes falenas de los paseos de ensueños

ángel guardián que está en los frontones las esquinas y las puertas

rosas de restaurantes cafés y bares

fuentes de la noche en las tinieblas del bulevar

rosarios sobre los puentes de los ríos de las grandes ciudades

nimbos de las prostitutas callejeras

coronas sobre las chimeneas de los grandes buques de vapor

lágrimas que caen desde las alturas de encima del piso

sobre el catafalco de la ciudad que las amortigua

sobre los edificios de los templos viejas momias

sobre los cafés donde están las almas vacías en el humo

sobre los espejos de los vinos y su frío eterno

sobre el catafalco de la ciudad de las emanaciones nauseabundas sobre mi alma guitarra disonante con la que como mendigo de luces sueños y amor

toco y lloro cambiando de máscaras

con pasión trovadoresca yo príncipe y rey aventurero

de la ciudad de las orgías llamada Balmoral

por cuya célebre puerta entro siempre en el sueño

por medio del cordón negro de mis siervos y prisioneros

príncipes de asesinatos e histéricas carmañolas [1]

carroza de la locura y de ruedas adornadas con cintas

de pasiones sádicas que hacen sonar campanas

de quimeras que se elevan que vuelan desde los dormitorios sobre los balcones

bebedor de crueles aventureras y hermosas mujeres

bebedor de placer y espumas ensangrentadas

bebedor de todo lo cruel que persigue y aplasta

bebedor de los horrores y la tristeza de la vida y la muerte


1. Danza revolucionaria francesa.


Ciudad de torres


Praga de las cien torres

con los dedos de todos los santos

con los dedos de los perjuros

con los dedos de fuego y granizo

con los dedos de un músico

con los deslumbrantes dedos de mujeres tumbadas de espaldas

con dedos que tocan las estrellas

en el ábaco de la noche

con los dedos de donde mana la noche

con dedos estrechamente unidos

con dedos sin uñas

con los dedos de los niños más chicos y afiladas briznas de yerba

con los dedos de un cementerio en mayo

con los dedos de una pordiosera y de toda la clase

con los dedos del trueno y del rayo

con los dedos de los crocus de otoño

con los dedos del castillo y de las viejas arpistas

con dedos de oro

con dedos por donde silba el mirlo y la tormenta

con dedos de puertos de guerra y clases de baile

con los dedos de una momia

con los dedos de los últimos días de Herculano y de la Atlántida sumergiéndose

con dedos de espárrago

con dedos de cuarenta grados de temperatura

y helados bosques

con dedos sin guantes

con dedos en los que se ha posado una abeja

con dedos de alerce

con dedos que tocan el flautín de la orquesta de la noche

con dedos de jugadores tramposos y de acerico

con dedos deformados por el reumatismo

con dedos de fresas

con dedos de molinos de viento y ramos de lilas

con dedos de agua de la fuente y con dedos de bambú

con dedos de trébol de cuatro hojas y viejos claustros

con los dedos de creta diluida por el agua

con dedos de cucos y de árbol de Navidad

con dedos de mediums

con dedos cepillados por el vuelo de un pájaro

con los dedos del tañido de las campanas y del viejo palomar

con los dedos de la inquisición

con los dedos lamidos para probar el viento

con los dedos de enterradores

con los dedos de ladrones de anillos

de manos que tocan la ocarina

con los dedos de deshollinadores de Nuestra Señora de Loreto

con los dedos de los rododendros y las fuentes de la cabeza del pavo real

con los dedos curtidos de la cebada que madura en el mirador de Petrin

con los dedos de mañanas de coral

con dedos que señalan hacia arriba

con los dedos cortados por la lluvia y la iglesia de Tyn con el guante del crepúsculo

con los dedos de la hostia profanada

con los dedos de la inspiración

con largos dedos sin falanges

con los dedos con que escribo este poema


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